miércoles, 9 de octubre de 2019

Impresiones de Vietnam y Camboya

...y finalmente Estados Unidos ha ganado la guerra

Cuarenta y tres años después de acabada la guerra de Vietnam, Estados Unidos ha ganado. Es una victoria sin paliativos, como la que ganaron los vietnamitas a los franceses en Dien Bien Phu. En esta ocasión a los vietnamitas sólo les queda levantar los brazos y rendirse. O, mejor aun, ya lo han hecho: el capitalismo reina, las clases sociales aceleran sus diferencias entre una burguesía que enseña su properidad sin pudor -incluso a través de las televisiones públicas-, una clase media urbana y occidentalizada y un campesinado a quien poco le ha cambiado la situación y que su única esperanza es abrise al turismo allá donde llegue o emigrar a las ciudades vietnamitas o chinas.

Más allá de Estados Unidos como modelo, es todo Occidente el triumfador, es el hombre y sobre todo la mujer occidental el prototipo de belleza de los anuncios, también en el interior de Vietnam. Claro que lo que finalmente se produce es una mezcla de lo nuevo y de lo viejo, de lo oriental y lo occidental con todas sus contradicciones: ver jóvenes con una gorra norteamericana, impacta. Seguramente a ellos, los jóvenes, la que conocemos como la guerra de Vietnam les debe sonar como a mi a su edad la Guerra Civil: cosa de abuelos, antigua, desfasada a pesar de la proximidad cronológica.

Vietnam prospera y mucho. Las bicicletas en Hanoi ya son sólo para hacer ejercicio. Los vietnamitas prefieren las motos, que ocupan todos los espacios posibles, y los coches, claro que sólo los que se lo pueden permitir. Las normas de circulación, las de uso práctico me refiero, son bastante claras: la prioridad la tienen los camiones y los autobuses que para eso son los más grandes. Después van las camionetas, los cuatro por cuatro y así va bajando hasta que se llega al peatón que se ha de adaptar a los otros aunque atravieses, ingenuamente, por un paso cebra.

En muchos aspectos Vietnam me recuerda los años 60 y 70 españoles: un gran y caótico crecimiento que cambia rápidamente el país pero mucho más lentamente a los paisanos. La limpieza, por ejemplo. Las calles de Hanoi son muy sucias y no por falta de limpieza municipal sinó porque los hanoienses ensucian mucho. Que las aceras del centro de la ciudad sea un mercado tampoco ayuda mucho. Las aceras no son para caminar, son para aparcar las motos y para vender. En cuanto el comercio de Hanoi y de otras ciudades, se produce un triple nivel de comercio pero todo mezclado. Las tiendas más elegantes son para los turistas y para la creciente burguesía autóctona. Después están las tiendas populares, donde hacen sus compras los vietnamitas. Finalmente está el comercio de las aceras donde en el suelo, sobre un simple plástico, se muestran todo tipo de mercancias como frutas y verduras, carne, pescado y todo tipo de comidas elaboradas estrañamente muy blancas o muy negras o muy verdes y que la gente del país -he visto poquísimos turistas haciéndolo- comen con fruición.

Entonces, ¿si las aceras son para aparcar los vehículos y para comerciar, por donde pasan los peatones? Pues por la calzada, claro, compartiendo espacio con camiones, autobuses, coches y motos en una algarabía de cláxones y griterío.



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