lunes, 30 de enero de 2023

El mirador de Franco

Cuando Francisco Franco visitaba Cataluña la alta burguesía catalana se lo rifaba para conseguir albergarlo en sus casas. Le estaban agradecidísimos puesto que en caso de que el dictador no hubiera ganado la Guerra Civil española ellos hubieran perdido sus propiedades que habían sido colectivizadas -es decir, confiscadas- por los republicanos al inicio de la confrontación. Y cuando Franco visitaba Blanes o cercanías, al menos en una ocasión recorrió la finca Piña de Rosa que entonces era propiedad de Fernando Rivière de Caralt el cual debía su fortuna al éxito de las empresas familiares metalúrgicas. 

No tengo ninguna certeza de la veracidad de esta historia pero entre los amigos de mi generación al mirador que se encuentra sobre la Esllapisada, dentro de Piña de Rosa, le llamábamos el banco de Franco. Las vistas sobre el cielo, el mar, los acantilados y la costa hasta el cerro de la Morisca, en Lloret de Mar, y hasta el delta de la Tordera, en Blanes, son espectaculares. A este sencillo mirador donde únicamente encontraréis un sinuoso banco de piedra, se llegaba por una pista de tierra que rodeaba toda la finca. La casa donde veraneaba la familia rivière, de nombre masía del Sol, también era sencilla e imitaba una tradicional casa de campo. También había fuentes, piscina decorativa con esculturas de estilo clásico y barracas de viña rehabilitadas y pintadas de color ferruginoso, pero la esencia de la finca y principal afición de su propietario era el jardín tropical que todavía hoy se puede visitar. En la cala de la Agulla (aguja, en catalán) habían hecho construir una caseta de recreo con comedor, cocina, baños con duchas y zona de barbacoa en el exterior. En verano colocaban una escalera metálica en medio de las rocas para acceder directamente al mar puesto que en la cala no hay ni una brizna de arena. Todo el conjunto es una buena muestra de urbanismo integrado perfectamente en el paisaje, sin embargo la costa de la Agulla era otro ejemplo de espacio público privatizado para goce de una sola familia acomodada. Con la muerte del creador de Piña de Rosa y de su jardín tropical la finca entró en una lenta decadencia. El intento de urbanizar la zona provocó una reacción popular que consiguió que el Parlamento de Cataluña lo declarara como espacio natural de interés nacional el 2003 pero esto tampoco frenó su deterioro. Y su compra por parte de un magnate ruso que ha visto frustrados todos los intentos de aumentar la superficie edificable de la casa no ha hecho nada más que acelerar la dejadez.


La caminata entre Blanes y la Agulla la hago regularmente en todas las épocas del año. El tramo final del camino hasta la cala resigue artificialmente los límites enrejados de las fincas de la Agulla y de Piña de Rosa, pero al menos permite su acceso. El premio que se obtiene es disfrutar de las impresionantes vistas del conjunto de islotes llamados la Agulla, que están rodeados de farallones, y de la cala de grandes cantos rodados, poco propicia para el baño y mucho más para la contemplación. La última ocasión que he visitado el lugar ha sido un domingo de invierno. En esta ocasión, después de muchísimos años de no hacerlo y animado por la numerosa gente que accedía a la cala atravesando la finca, nos animamos a volver a Blanes por este camino privado paralelo a la costa. La primera sorpresa que tuvimos fue precisamente la alta frecuentación de este atajo. En poco rato pudimos contar unas quince personas paseando por allá sin contarnos a nosotros mismos. La segunda y más negativa impresión fue el estado de abandono de la hacienda. El edificio de la zona de baño está totalmente arruinado con el techo caído y el interior vandalizado Los invernaderos que vimos de lejos también parecían en mal estado y la masía no está en mejores condiciones. Las antiguas pistas de tierra que recorrían el predio, incluso la que llega a la cala, han desaparecido o están en proceso de hacerlo tragadas por la vegetación. Aun así el banco de Franco conserva su dignidad preservado por su sencillez de piedra y cerámica basta. Curiosamente el que está en mejores condiciones de toda la posesión son las nuevas puertas metálicas y los alambres con pinchos que cierran los diferentes accesos, pero hacen un trabajo inútil porque la gente ha decidido, con toda la razón, apropiarse del derecho de paso de este espacio. De hecho, antes el camino de ronda atravesaba la zona enlazando cala Bona, o de San Francisco, con la Agulla y de aquí a Treumal y Lloret de Mar.


En numerosas ocasiones, como en estos escritos, en cartas dirigidas a algunos responsables políticos o bien personalmente, he insistido en la necesidad de recuperar el acceso de todos los caminos para recrear el sendero litoral de la Costa Brava. Hacerlo no solo sería un acto de justicia social y de mejora de un nuevo espacio de recreo sino que también tendría positivas consecuencias económicas a lo largo de todo el año, combinando de este modo ocio y negocio. Algunos municipios como Lloret de Mar están avanzando muchísimo con el acondicionamiento y la apertura de nuevos tramos del sendero litoral como el nuevo camino entre la playa de Fenals y cala Banys. Esperamos que continúen haciéndolo ahora entre la cala de la Boadella y la playa de Santa Cristina, que es relativamente fácil de realizar, y entre la playa de Canyelles y la cala Morisca, cuyo camino fue cerrado por los propietarios de can Joncadella  y que todavía ahora se encuentra en proceso judicial para conseguir su reapertura. Blanes, en cambio, va bastante más atrasado y todo pasaría para reabrir el camino de Piña de Rosa que hemos descrito.


Ojalá que todas las fuerzas políticas de los municipios de la Costa Brava que se presenten a las elecciones locales tengan propuestas de mejora de sus caminos de ronda como acción prioritaria de gobierno. La ciudadanía seguro que lo agradecería y los empresarios turísticos también, pero si este llamamiento no tiene éxito tampoco tenemos que perder la esperanza puesto que será la ciudadanía la que abrirá los caminos “votando” con sus botas de montaña como lo ha hecho ya con Piña de Rosa.

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